Obviamente ella era aficionada a los animales. Uno de sus perros había sido cruzado con el perro del hijo de la señora de la casa y de esta unión resultaron 5 perritos, la señora vendió 4 de los cincos gallardos y bellos ejemplares, pero guardó uno para ella.
Rápidamente me ofreció uno de sus perros, mas le contesté que ya teníamos dos hembras.
—Este es el macho que le falta para completar su camada —dijo mirando a las niñas con malicia.
Ellas me miraron con ojos de borrego degollado, y con una dulce y melodiosa voz al unísono dijeron:
—Mami, si lo aceptas, será nuestro regalo de Navidad; no pediremos nada más.
Empecé a balbucear palabras incoherentes. Mis pensamientos viajaban velozmente: ¿Dónde lo colocaré? ¿Le gustará a mis perritas? ¿Qué dirá mi esposo de esto, lo aceptara? Salí del mundo de las preguntas y le impetré a la señora:
—¿Podría verlo? ¿Puede traerlo? Después que lo vea le daré mi respuesta...
La señora salió presurosa a buscar al susodicho.
—Su nombre es Oreo, como las galleticas de chocolate con crema de leche. Es muy gracioso, cariñoso y adorable.
Al rato llegó en brazos del hijo de la señora, envuelto en una sabanita roja. Tenía patas largas, de color negro con manchones blancos de ojos grandes y una mirada nostálgica que me cautivó. Movida por un resorte inexplicable, sin saber cómo, dije:
—¡Está bien! Me lo llevo.
Transcurridas dos semanas me asaltaron pensamientos oscuros, de indecisión... El Coco Oreo (que así lo bautizamos) no escucha razones, se orina donde le place, defeca debajo del piano, (parece le gustan las sonatas de Beethoven), su obsesión es dormir acompañado, salta de cama en cama...
Pero una mañana tomé el teléfono de la casa para llamar y me dio el tono de ocupado. Chequee el de la cocina… estaba en su cargador. Fui a la habitación de mi hijo y ¡zapsss!
¡El cargador estaba vacío! Descubrí asombrada que el artefacto estaba en la cama de Coco Oreo...
Me pregunté quién habría puesto ese aparato ahí. Lo coloqué nuevamente en su lugar. Me dirigí a mi habitación.
Un largo tiempo después, intento llamar de nuevo y percibo el mismo tono de ocupado. Repito la misma operación y Coco Oreo tenía de nuevo la bocina en su cama debajo de él...
Entonces comprendí por qué la señora amante de los animales quiso hacernos aquel simpático regalo. Todavía me pregunto: ¿De quién esperaba llamada mi perro?
Espero que esté usando el DDD
ReplyDeleteNo, no quiero que me suba la factura del telefono.
ReplyDeleteMuy gracioso!!
ReplyDeleteLa verdad de que tener animales en casa debe ser como tener hijos. Toda una gama de sucesos, algunos cómicos y otros, no tanto. La vaina, es que una vez le agarras cariño no hay marcha atrás.
Si Chama asi mismo es, y este perrito a pesar de sus travesuras se ha ganado el carino de todos, mira que estaba yo muy comoda tirada en la cama y tome el telefono dos veces para llamar y me daba el sonido de ocupado, y resulta que el se subio al escritorio de la habitacion de mi hijo y tomo el aparato de la base donde estaba cargando,el es muy especial, me dio el impetu de escribir la azana ya que mis otras dos perritas Peaches y Apples nunca hicieron algo asi...
ReplyDelete