Monday, September 12, 2011

Efluvios

                                   Pintura de Basilio Cascella


Te poseí en una noche solitaria, 
donde solo me acompañaban los recuerdos
desterré tus temores
Esos que habitaban en la profundidad de tu infancia
Absorbí tu soledad con mi boca de Venus…

Recorrí tu cuerpo habitado por fantasmas
derramaste en mi tus sueños...  

La ternura se plasmó en tu piel
escalando montañas
alejando las sombras…

Inhalé en perfecta armonía de acordes
los efluvios de tu alma
Me convertí en tu camino,
en la ruta que andarás de mi mano..
©Lourdes Batista.

     


Thursday, September 1, 2011

A propósito del poema "Solo yo amé" de Lourdes Batista










A veces es bueno volver al pasado y rebuscar... ¡A veces encuentras cosas buenas en ese pasado! Como este ensayo que hiciera mi amigo venezolano José Rodríguez sobre mi poema inédito "Solo yo ame" Aquí lo traigo a consideración de ustedes.


Hoy me tropecé con un poema (raro en mí, dirían con ironía, quienes me conocen). En otras oportunidades, he hablado de cómo muchas veces recurro a esos seres maravillosos a quienes llamamos poetas, para entablar un diálogo con ellos y así encontrar ayuda para, en algunos casos, mitigar alguna pena, para contarles de mis éxitos, de mis alegrías*. Pero, con respecto al poema con el que me tropecé esta mañana, confieso que su lectura la había estado postergando hasta tanto pudiera encontrar el tiempo y el lugar adecuados, pues considero que hacer algún comentario acerca del mismo, es como caminar sobre un campo minado.

En primer lugar, no soy crítico literario, profesión que, por demás, me causa tanto escozor como el producido por el sarpullido. Soy del mismo pensar de Byron: “Más bien… Busca rosas en diciembre o hielo en junio; espera encontrar constancia en el viento o grano en la paja; cree en una mujer o en un epitafio, o en cualquier otra cosa que sea falsa, pero no te fíes de los críticos.” En segundo término, soy amigo de su autora, lo cual me pone la piel de gallina, pues imagínense si llegase a escribir algo inconveniente, de seguro que todos los sicarios del área de Long Island estarían haciendo cola a las puertas de mi casa para hacerme pasar el páramo en escarpines.


Es mucho lo que se ha escrito acerca de la especificidad del discurso poético, no es el propósito de esta nota escribir un tratado acerca de este género literario desde Aristóteles hasta la poesía contemporánea, tan sólo me limitaré a hacer unas muy pocas referencias en cuanto a algunas características peculiares del discurso poético que utilizaré a manera de refuerzo para mis apreciaciones, con la promesa de que no plagaré la nota con las referencias bibliográficas, pues en esta oportunidad escribo para entretener, no para hacerme ver como un erudito.


A manera de introducción, permítanme hacer unas pequeñas consideraciones acerca del discurso poético.


En primer lugar, el poeta al realizar su acto de comunicación, lo hace en base a unos cuantos presupuestos, el más importante, tal vez, lo es el hecho de que escribe para un lector, alguien pudiera reclamarme que esta es una verdad de Perogrullo, tal vez le asista el derecho, pero es una de las reglas del pacto literario. De igual forma, cualquiera pudiera quejarse de uno de los aforismos más cerrados que se encuentran en las leyes de todos los países, “La ignorancia de la ley no exime de su cumplimiento”, sin embargo, es uno de los principios legales heredados del derecho romano que no permite ninguna objeción.


El poeta se convierte entonces en el generador de un mensaje ficcionario con el propósito de que alguien lea su poema. En cuanto a este presupuesto siempre he pensado que el poeta juega con ventaja al manejar, tanto el código como los signos empleados en su acto comunicacional. ¿Por qué digo esto?, pues por la sencilla razón de que es él quien escoge las estrategias a la hora de escribir su poema, y si no, pregutémonos ¿por qué casi nunca conocemos el contexto en que fue escrito el poema? Es el autor quien escoge los elementos retóricos para hacer su enunciado.


Otro de los presupuestos en que se basa el poeta al escribir, lo constituye el hecho de que hay una condición sine quanon de que el lector acepta el pacto de lectura propuesto por el poeta.


Sin ánimo de querer constituirme en un teórico de la comunicación quiero hacer una observación al esquema planteado por Jakobson para explicar las funciones del lenguaje en el proceso de la comunicación, en el que en primera instancia coloca al emisor del mensaje, que en nuestro caso sería el poeta. Pienso que en el discurso poético este esquema sufre una variación, pues el emisor (poeta) experimenta una especie de simbiosis con el mensaje, y ambos, fusionados en un sólo ser, nos comparten sus vivencias. Y esto es lo peculiar, lo especial, lo mágico del discurso poético, pues el poeta se transporta a sí mismo, o se proyecta a sí mismo hacia un mundo de su imaginación, un mundo que él es libre de construir tan diferente de nuestro mundo como le plazca. Por ello, como alguna vez McLuhan dijo “el medio es el mensaje”, yo me atrevo a sentenciar que en la poesía “el poeta es el mensaje”. Esta cualidad de la poesía no sólo actúa de manera mágica en el autor, también trasciende hasta la individualidad del receptor (lector) quien atrapado penetra al mundo del poeta, pues se han satisfecho ciertas condiciones de propiedad; como si fueran unas energías telúricas emanadas del mismísimo centro de la tierra, cada palabra, cada verso te hace sentir como que te has apropiado de las vivencias, que en su diálogo contigo, te ha contado el autor.


Todos, cuando digo todos, quiero abarcar a toda la humanidad, vivimos en un mundo sujeto a muchas convenciones, lo que hace que en lugar de vivir, solo existamos, solo ocupemos un lugar en nuestra familia, en nuestra pareja, en nuestro trabajo, en nuestra comunidad.


Afortunadamente nuestro creador, por su misma naturaleza, al ver que su creación llegaría a convertirse en algo parecido a un autómata, dotó a algunos hombres y mujeres con la sensibilidad suficiente para que con sus creaciones provenientes de su intuición, como diría Benedetto Croce al referirse a las obras de arte, impresionaran nuestros sentidos de tal manera que mudos, exclamemos para nuestros adentros ¡Oh cuanta belleza!, y por un momento nuestros estados de ánimo experimenten cambios favorables.


Las manifestaciones artísticas son variadas, pero mayormente nos vemos atraídos por aquellas que tienen que ver con las palabras, pues las palabras son los elementos que usamos para manifestar lo que hay en nuestro ser. Nosotros, a cada momento necesitamos expresar nuestras necesidades más profundas, especialmente cuando nuestro mundo, nuestro entorno se ve afectado de tal manera que se precisa que hagamos grandes esfuerzos para restablecer el equilibrio que habíamos perdido.



Octavio Paz nos dice:



“La palabra es el hombre mismo.


Sin ellas, es inasible.


El hombre es un ser de palabras.”



Cuando decía que hoy me había tropezado con un poema, lo decía de manera literal, hoy pensaba escribir de esos lugares maravillosos como lo son los puertos, pero a la verdad, Urania, se empeñó en que hoy no me inspiraría para eso. Un poco mosqueado empecé a revisar las notas que tengo archivadas, y entre ellas me encuentro con este poema, sentí la voz de su autora al llamarme por mi nombre, y me decía “¿Por qué no lees este poema?” “No me digas que te sientes cortado ante sus versos”. Honestamente, no, -le contesté.


-Lo que ha ocurrido, es que he querido leerlo con calma. Como hago con casi todos los poemas a los que considero “interesantes”. Si su autora supiera la concepción que tengo del calificativo interesante”, de seguro que me lanzaría a la cabeza, cualquier cosa que tuviera en sus manos, ya que siempre he considerado que cuando alguien dice: “Ah. Sí. Me pareció interesante”, No está diciendo nada, es una expresión no comprometida”. Me explico, no se está diciendo nada, no se dice si es bueno, si es malo, ni siquiera regular o aceptable, sólo se está diciendo“es interesante”.


Entremos, pues, a la lectura del poema. Como dije en párrafos anteriores, en el discurso poético “el autor es el mensaje”, y este poema es un claro ejemplo de esta afirmación. Su autora, ataviada con un bello conjunto de 2 piezas, en blanco a rayas negras, que dejaba ver el inicio de la perfecta arquitectura de las torres gemelas; al cuello colgada una pajarita de un color parecido al vinotinto, sus lentes y un peinado, por lo demás exquisito, que en todo su esplendor ofrecía una imagen muy elegante y muy sexy a la vez, (lo de sexy es un eufemismo por callar el vocablo que quería escaparse de mi intelecto, ¿cuál? se preguntarán, pues con el mayor de los respetos para con ella y para con ustedes, “sensual”) hizo su entrada a mi biblioteca con una personalidad que intimidaba al “más pintao”. Con un timbre de voz, demasiado grave para una mujer, me saca del ensimismamiento en que me encontraba, pues oía “Moonlight Serenade” interpretada por el brasileño Eumir Deodato, y les acoto que aunque me gusta la versión de Glenn Miller, la cual oigo cuando me siento retro, considero que la versión de Deodato es como más completa, con más brío, y de verdad que me transmite la sensación de que alegremente camino por la playa de una isla paradisíaca tomado de la mano de mi compañera, y a lo lejos, después de un cocotal, se distingue una especie de bungalow, el cual se ve iluminado, mientras se escuchan las notas de esta melodía que nos invitan a que entremos y nos dejemos envolver por su magia al bailar al compás de la música. Bien, después de su entrada, la autora me dice que viene a platicar conmigo, que desde hace algún tiempo quería hablarme de una de sus vivencias.


Ante tan magnífico ejemplar de mujer, no me quedó otra cosa que hacer, sino levantarme de la silla en que me encontraba, y titubeando la invité a tomar asiento en un mueble sofá que utilizo para sentarme a imaginar y a soñar situaciones de las que en alguna oportunidad escribo. Moviendo muy sinuosamente sus caderas, y despidiendo un aroma muy penetrante, pero agradable, un olor que de sólo una mujer como esa podría emanar, era como un efluvio que olía a mujer, a femineidad, a hembra, que se apoderó de toda la superficie del salón en que nos encontrábamos y de todos mis sentidos. Ya sentada, me observó y con un leve movimiento de su mentón me insinuó, no, que insinuar ni que nada, me ordenó que me sentara a su lado. Hay veces que he llegado a pensar si en otra vida no fui el perro de Pávlov, al que en una variación del experimento del reflejo condicional, en lugar de utilizar comida, utilizaron la presencia de una mujer hermosa, y, al toparme con una comienzo a segregar un flujo de saliva en cantidades industriales. Esta vez, la saliva que tragaba no era líquida, era más bien sólida y como que me rasgaba la garganta al circular por ella. De veras que la emoción que sentía era algo más profunda que el miedo, era terror. Lo más lejos que me permitía el mueble, me senté a su lado, tuve que apretar con las dos manos muy fuertemente, primero los labios, luego la nariz, y por último los oídos, pues el corazón en loco ímpetu quería salírseme por cualquiera de las hendiduras de mi cara. Ella, me observaba detenidamente, se quitó los lentes, ¡Oh Dios! Los ojos más grandes y fulgurantes que haya podido ver jamás, se descubrieron ante mi mirada. Nunca me ha agradado la oscuridad, y siempre me gusta estar en espacios iluminados, pero lo que ocurrió en ese momento, fue increíble, de pronto toda la sala adquirió un resplandor como nunca antes había visto en la biblioteca.


Con voz pausada, y como dije antes, muy grave, me preguntó:


—¿Sabes quién soy? Moví la cabeza negativamente, pues no quería abrir los labios, ya que temía que por allí se me escapara el corazón.


—Soy la poesía, soy la inspiración del poeta, soy Érato, quien se materializa en cada poeta cuando éste se dispone a derramar su alma en sus poemas al escribirlos.


—¿Por qué no has leído el poema “Sólo yo amé”? -Inquirió.


—Lo he leído, pero he ido postergando su, lo que yo llamo,“lectura joseísta”.


—¿Cómo es esa lectura?


—Es una lectura parecida a la que llaman analítica. Es casi como la que hacen los que escriben ensayos sobre el análisis de los poemas, pero mi lectura es diferente, pues yo no hago ningún análisis estructural, ni estilístico, ni examino la estética del texto. Mi lectura es básicamente, lo que yo creo que me está comunicando el poeta en su escrito.


—Y ¿qué te dice la autora de este poema?

—Permíteme leerlo detenidamente.


Como si hubiese sido hipnotizado, no advertí nunca cuándo abandonó la biblioteca. Al igual que si despertara de un sopor provocado por algún narcótico, extrañado, noté que en lugar de estar sentado en el mueble sofá, estaba sentado en la silla de mi escritorio. ¿Sería un sueño? Pero, el olor de ella aún perduraba en la atmósfera. Busqué en la computadora el archivo donde había guardado el texto del poema, y comencé a leer.



Mi vagina llora


En un bosque de agitación deliciosa


cambalaches de besos


tanto di, tanto pedí y al final


descubrí que solo yo amé.



Mi sexo húmedo de mar


Repleto de caracolas


ofertado a un judas al


que le di guardar un sueño.


como Ariadna fui olvidada


te endiosé en mis versos


Te canté en mis poemas


trozos de alma virgen.



Solo fútiles palabras quedan


de aquel amor fortuito


Iniciaremos el viaje


al camino del olvido


yo con dolor veré que


nunca fuiste mío.


Y al final diré que yo amé sola



©Lourdes Batista



Después de haber leído y releído este poema, empecé a ver lo que su autora me decía, hago la salvedad, es lo que “yo” creo que me dice el poema, cualquiera puede encontrar otra interpretación.


Guardando las distancias, siempre he considerado los poemas, como una sinfonía musical, con sus movimientos habituales, allegro, andante en forma de sonata, andante en forma de scherzo para presentar variaciones del tema principal y el cuarto movimiento llamado finale en forma de scherzo. Estos movimientos son clásicos, pero algunos autores han agregado un quinto movimiento, convirtiéndose el cuarto movimiento en una sonata para introducir más variaciones del tema principal. El poema que nos ocupa podría decirse que es una sinfonía de cinco movimientos. He llegado a comparar algunos poemas con la Quinta Sinfonía de Bethoven, comparación muy apropiada para este poema. Se ha dicho que esta sinfonía comienza con un motivo muy característico de cuatro notas 'corto-corto-corto-largo' repetido dos veces. Dudo mucho que este "tatatataa" no haya sido escuchado en todos los rincones de todo el globo terráqueo. De la misma forma en “Sólo yo amé” existe un motivo musical que se oye a lo largo de todo el poema, este motivo se nos viene dado desde el mismo título Sólo yo amé. Sólo yo amé, suena como un grito desgarrador proveniente de un alma dolida, como el llanto de las lamentatrices que, según el profeta Jeremías, el Dios de Israel mandó a su pueblo a hacer venir lloronas para que sirvieran de testimonio ante la desolación que debía causar al pueblo judío la devastación de Judea.


El primer verso, escrito en el tiempo de Alfonsina Stormi, hubiera hecho que quien lo hubiera escrito padeciera los rigores del puritanismo que sufriera la autora de Ocre, pero no, la estética de la poesía contemporánea ha rebasado los límites del anacrónico fariseísmo y la mojigatería en las artes. La mujer a base de constancia y fervor ha ido conquistando espacios en un mundo, especialmente en el universo lingüístico de la poesía donde su presencia se ha visto subsumida en lo universal, mostrándose como un ente derivado de lo masculino. Gracias a esta circunstancia es que hoy día podemos leer de la mano de una mujer como nos dice, sin ningún vestigio de rubor en sus carnes, sin ningún empacho, la sentencia “Mi vagina llora”. La sentencia es clara. Nos dice que quien la hace es una mujer. Pues, no creo que alguien que se haya hecho el cambio de sexo, pueda decir que es poseedora de una vagina. Ahora bien, ¿es el órgano genital de su autora la que llora? No. Es ella quien llora, su alma, su femineidad y nos lo dice de manera concisa, pero a su vez, tan resonante que pareciera el redoble de un timbal, semejante al primer movimiento de la sinfonía “Los estados de la mente “de Aparicio-Barberan que después de la introducción de los clarinetes, súbitamente hacen la entrada los timbales. Mi vagina llora, no suena a lamento, es más bien la declaración de un estado anímico provocado por algún desafortunado hecho ocurrido en su vida. El verbo en presente indicativo expresa que el dolor causado, perdura en el ánimo de la poeta, tal vez, porque ella en estos momentos está haciendo un inventario de los bienes que le ha dejado el amor, y al ver que el saldo está en rojo, todo su ser la empuja a derramar lágrimas de naturaleza incierta, no nos lo dice, pudieran ser de tristeza, no lo creo, diría más bien que de amargura.

Cuando leí el verso “en un bosque de agitación deliciosa” la luz amarilla del semáforo se encendió en mi cerebro, advirtiéndome, ¡Epa cuidado! ¡Warning! ¡Precaución! ¿Por qué tenía que ser precavido? ¡Ah! El clásico prejuicio de que cualquier referencia que se haga al encuentro de amantes nos susurra al oído de que se está hablando de hedonismo. Y mi pregunta es ¿el amor físico no es hedonista? ¿Qué perseguimos cuando nos unimos a nuestra pareja? ¿No es el placer, pero no como un fin en sí mismo, ni como gratificación sexual, sino como la más sublime expresión del amor que sentimos por nuestra compañera? Sin caer en radicalismos, creo en el hedonismo propugnado por la controvertida escritora francesa Valérie Tasso que dice que el hedonismo es una actitud ante la vida, que el placer debe buscarse donde éste se encuentre, no donde se busque. “en un bosque de agitación deliciosa”. Si le pedimos “linealidad” al lenguaje poético, nos encontraremos con muchas sorpresas, y no sólo sorpresas, perderíamos, muchas veces, el sentido del mensaje que se nos ha querido comunicar. Esto me pasó el querer aislar este verso del quinteto que conforma esta estrofa, pues debe leerse en conjunción con el siguiente, sin embargo, si en lugar de ver el verso como una frase, lo leemos como el complemento de una oración cuyos sujetos y verbos son sugeridos por las bellas imágenes que insinúa de manera magistral la metáfora empleada, podríamos establecer una comparación del sustantivo “agitación deliciosa”, con el toque del bongó que usa Harold Pinter en “El amante” para hacer alusión al acto sexual de la pareja. Con la entrada de las cuerdas, especialmente los violines, prosigue este primer movimiento de la sinfonía para presentarnos, en una atmósfera cargada de erotismo sublime, el encuentro de los amantes, luego aparecerán las violas y los cellos para imprimirle todo el sentimiento que alberga el alma de la amante en ese momento tan maravilloso que bordea los límites de lo inefable. El sustantivo bosque, intrínsecamente propone la idea de pluralidad, recordemos el decir “un sólo árbol no hace un bosque”. ¿Cuál es la pluralidad a que nos remite la imagen de este bosque? ¿Los encuentros? ¿Las caricias? ¿Los miembros anteriores y superiores de los cuerpos enlazados en un abrazo? “de agitación deliciosa” este sustantivo con su calificativo nos dan la respuesta, el bosque se refiere a los miembros superiores e inferiores de los cuerpos. Siempre me admira la forma como las listas de reproducción de mi WMP aparecen, pareciera como si la mano de un prestidigitador sacara de su chistera la melodía que de manera idónea se concatena con las ideas que afloran en mi intelecto; en estos momentos está reproduciendo “You're my everything” de Santa Esmeralda, y justamente los versos “when I kiss you're lips I feel the roaring thunder to my fingertips and all the while mi head is in spin” me hacen evocar cuando también me introduje en algún bosque de agitación deliciosa, sintiendo como el trueno rugía en la punta de mis dedos mientras mi cabeza daba vueltas al sentir las caricias y besos de mi pareja.


El tercer verso de este quinteto “cambalaches de besos” es una declaración fuerte, pienso que el sujeto lírico, nos quiere mostrar el mal sabor de boca que le dejaron los besos y las caricias prodigadas por su amante. Sí. En lugar de miel, es bilis lo que exuda por sus poros. Está asqueada al rememorar eventos que en lugar de recodarlos por lo hermoso que pudieron ser, más bien los evoca como algo grotesco. Fíjense en el sustantivo que emplea “cambalaches”, ¡Guau! Lo lamento, hablo español, no inglés, de lo contrario mi exclamación fuese entonces ¡Wow! A la verdad que hay palabras que suenan feo, huelen feo, y dan una idea de que su significado también es feo. Aunque, tengo en claro el significado de esta bien “retefea” palabra, como dirían mis amados hermanos mejicanos, busqué en la web definiciones de la misma y fíjense lo que encontré:


Cambalache ‘trueque!, 1537. Del anticuado cambalachar ‘trocar’, 1589, probablemente tomado del portugués, donde deriva del anticuado cambar por ‘cambiar’.


Cambiar, 1068. Del latín tardío cambiare ‘trocar’, de origen céltico.»


[Corominas, Joan: Breve diccionario etimológico de la lengua española. Madrid: Gredos, 31987, p. 122]


● «cambalache:  coloquial, despectivo. Trueque, frecuentemente malicioso:

Es un artista del regateo y el cambalache.


También usado en sentido figurado, para designar un acuerdo o negocio que tiene componentes censurables:


¡Se acabaron las componendas y los cambalaches en este ayuntamiento!»

[RAE: Diccionario del estudiante. Madrid: Santillana, 2005, p. 247]


● «almoneda | cambalache | intercambio | permuta


Cambalache es el trueque de objetos de bajo valor.


[Zainqui, José María: Diccionario razonado de sinónimos y contrarios. Barcelona: Editorial De Vecchi, 1997, p. 174]


● «ropavejero | cambalachero | chamarilero | chatarrero | prendero | trapero


El cambalachero se dedica al cambio o trueque de objetos de poco valor


[Zainqui, José María: Diccionario razonado de sinónimos y contrarios. Barcelona: Editorial De Vecchi, 1997, p. 641]


● cambalache. (De cambiar).

1. m. Trueque, considerado con desprecio, jactancia, satisfacción, pesar u otro movimiento del ánimo que se expresa por el tono y el contexto.


2. m. Trueque hecho con afán de ganancia.


3. m. Trueque de diversos objetos, valiosos o no. U. t. en sent. despect.


4. m. coloq. Trueque, con frecuencia malicioso, de objetos de poco valor.


5. m. Arg., Par. y Ur. prendería.



[DRAE]




Por supuesto que otro ¡GUAU!, y ahora en mayúsculas. Cuanto desprecio hay en el ánimo de esta mujer. Qué manera tan despectiva de referirse a esos momentos tan divinos. Aquí son los clarinetes y los trombones quienes emprenden un largo contrapunto de notas disonantes, llenando la atmósfera de un sentimiento de repulsión.


El verso subsiguiente tanto di, tanto pedí y al final, es un reclamo. Un reclamo al amor, a la vida, a ella misma. Recuerdo que en una oportunidad conversaba con un viejo amigo, el ”príncipe de los cínicos”, quien después de una sesión de diván donde le hablé de mis cuitas amorosas, me miró con un gesto muy característico en él, el de levantar la ceja izquierda, y con el tono más irónico del que era capaz, me preguntó “El amor, pero, ¿qué es el amor?” Parafraseando a Víctor Hugo le contesté –El amor es aquello que hace cobardes a los hombres y valientes a las mujeres. Continuando con mis conocimientos profundos acerca del amor, le dije, no se sabe quién haya escrito este pensamiento acerca del amor: "Amar es entregarse siempre, cada vez más y sin medida, es comprender la vida, es un poco fallecer mas es alegría y goce dulcísimo también, en una palabra AMAR es VIVIR". No notan como en cada frase del mismo se revela un aspecto del amor, y en conjunto se entiende la verdadera esencia del amor, la cual no es otra “AMAR es VIVIR”. Eso fue lo que ocurrió con esta mujer su entrega a su amado fue total. Tanto en el panteón griego como en el romano, la representación del amor es un niño, son muchos los que en tono de burla, por ignorancia supina, han pensado que eros o cupido son representados por un niño porque se quiere dar la idea de que es un niño travieso y con sus flechas lo que hace son jugarretas, en lugar de disparar sus flechas con la noción de que las personas escogidas son idóneas para el amor. A mi manera de ver, esta representación hace referencia a la inocencia, a la pureza del amor verdadero. “tanto di, tanto pedí y al final” es el reclamo de la autora, pero ¿a quién le hace este reclamo? ¿Al amor? ¿A la vida? Ella y sólo ella tiene la respuesta, aunque yo me aventuraría a suponer que es a ella misma a quien le está haciendo este reclamo. Sí. Infiero que deben haber sido muchas las expectativas con las que quiso construir el castillo de su amor, para al final encontrar la lección que la vida y el amor iban a darle. Son ahora las violas las que toman por asalto la melodía de la sinfonía, y con unas notas blancas como en un lento caminar, con unos registros muy altos nos dan la sensación de que el corazón de esta mujer está sangrando por una vieja herida.


El quinteto finaliza con el verso “descubrí que solo yo amé”. Cada acontecimiento en nuestra vida es un aprendizaje. Este verso no es más que una declaración de que la mujer ha tenido unas vivencias dolorosas, que su entrega al amor sólo le causó profundas heridas, que su búsqueda del amor resultó infructuosa, que ella fue la única en aportar sentimientos en su relación, que la melodía escrita para un dúo sólo fue interpretada por ella. Estamos ante la presencia de una coda en donde un oboe solista, acompañado por las cuerdas en pizzicato,repite el motivo principal de la sinfonía.


Pasamos ahora a la segunda estrofa compuesta de 4 versos.


Mi sexo húmedo de mar. Como dije anteriormente, el autor del poema juega con ventaja en la propuesta de su discurso, pero conmigo esa ventaja no cuenta. Quien saca provecho del As que sabiamente he sabido ocultar bajo mi manga, soy yo. Sí. Resulta que yo sé dónde nació la autora de este poema, por tanto puedo interpretar con mucha propiedad "mi sexo húmedo de mar". Aquellas personas que se tildan de conocerme bien, saben que no soy amigo de lisonjas, que además de la profesión de crítico de arte, la de subastador tampoco me agrada, bueno, confieso que la idea que tengo de un subastador es un estereotipo creado en mi intelecto luego de ver estos personajes en diferentes películas en las cuales se les ve halagar, enaltecer de manera exorbitante las bondades de los artículos que pondrán en la subasta. Por extensión, a mi persona se le puede aplicar el atributo de los procesadores de html WYSIWYG (What You See Is What You Get). Yo soy franco, lo que ves de mi persona, es lo que es. Por esta razón, la autora puede estar segura de que si al hacer mención de alguna de las figuras retóricas usadas por ella la califico de excelente, preciosa, magistral, etc., es porque lo estoy haciendo sin ninguna falsedad. Toda esta perorata argumentativa es porque me voy a referir a la magistral sinécdoque empleada por ella en este verso. Alguno dirá que estamos en presencia de una metáfora y no de una sinécdoque, yo les diré que ambas están presentes. Al escribir mi sexo, se cumple una condición de la sinécdoque “una parte es usada para representar el todo”. ¿Y qué vendría, entonces, a ser el todo? Su inocencia, sus anhelos, su pasión, sus ilusiones, su amor, su vida, ella misma. Mi sexo húmedo de mar hace alusión a las ilusiones, a la pasión recién descubierta luego de conocer a aquél quien es el objeto de sus íntimos anhelos. Este verso nos pareciera que pertenece al primer movimiento de la 7a sinfonía de Beethoven en el que al principio toda la orquesta invade los espacios y pareciera que somos invitados en una fiesta que se desarrolla de forma muy animada.


La cadencia de la sinfonía en estos momentos es muy vivaz, los cornos, el piano y los oboes cantan una bella y romántica melodía. Repleto de caracolas, ¡OH! Lengua española, cuánto te amo. Mira que usar la figura de unas caracolas para sugerir la idea de la alegría rezumante que se desborda por todo el ser de esta mujer. A pesar de que esta metonimia me emocionó por su belleza, sin embargo, confieso que en estos momentos, se me había trancado el serrucho. No soy muy ducho en rituales religiosos, de modo que no sabía a qué rito se refería la autora cuando de manera tácita nos relata que las caracolas con su canto estaban llevando a cabo una ceremonia ritual como preparación para el próximo encuentro con su amado. El primero de los rituales en ser descartado fue el de la religión hinduista que creen que el dios Vishnú sostiene una caracola con sus cuatro manos y que la sopla cuando asesina algún demonio, como signo de victoria. En Canarias las caracolas tienen dos usos, uno como instrumentos en fiestas populares, y el otro como alarma o como sistema para indicar inicio o fin del trabajo en el campo; pienso que este también debía de ser descartado. En Cantabria la caracola es usada como acompañamiento en la ejecución de la danza guerrera de la Baila de Ibio. Particularmente creo que como es usada la caracola en las en las islas del Pacífico y en regiones de Sudamérica, a manera de trompeta; para la señalización y el acompañamiento en danzas, es como no las quiso presentar la autora. Las caracolas cantaban un estribillo alegre como acompañamiento a la danza que muy pronto iban a ejecutar los amantes bailarines.


En todo el poema me encontré con dos versos que no quería comentar, el tercer verso del segundo cuarteto es uno de ellos. La reticencia a la interpretación de este verso se debía a la rabia y al miedo. Yo no tengo madera de héroe. No soy valiente. Rehuyo cualquier situación que ponga en peligro mi integridad. Por tanto, voy a solicitar de manera vehemente, que ustedes, intercedan ante la autora del poema, solicitándole clemencia y misericordia para mí. Tan seguro de que mañana saldrá el sol, imagino que la autora, después de leer este párrafo llamará a su compatriota residenciado en el Bronx para que contrate todos los sicarios que pueda para que me asesinen. “ofertado a un judas al”, si bien es cierto que el poeta al escribir, las palabras y las figuras retóricas se conjugan en una danza que de manera desaforada e impetuosa bullen en su intelecto. También son como un jardín de flores a cada cual más hermosa por su colorido, a cada cual desprendiendo la mejor de sus fragancias. “Ofertado”, este participio es como una nota discordante en todo el poema. Proviene del verbo ofertar. !No!. Que sentimientos encontrados me provocó este vocablo. !NO! !NO! !NO! Te odio lengua castellana. Me niego a que mi intelecto entienda el significado de este malvado vocablo. Ofertado, no imaginas cuanto te odio. ¡Ojalá no seas usado jamás en ningún escrito! Cuanta perversidad guardas en ti. Espero que la desafortunada elección de esta palabra tan ruin se debió a que su naturaleza tan maligna te haya jugado una mala pasada y se te haya presentado con un disfraz de buena, al igual que una lirio cobra, aunque creo, más bien que haya sido producto el dolor que afloró a tu herido corazón al recordar tan desagradables momentos. Te juro que estoy abrumado ante tanto dolor. Quisiera matarte ofertado. Ahora sí. “A lo hecho pecho”, o mejor “A poner el pecho por lo que voy hacer”. Si vieran mis manos, verían que tiemblan al pisar las teclas al escribir. Los compositores musicales, se valen de 3 recursos para crear interés a su composición, ellos son la disonancia, la resolución y el suspense. Si la cadencia de la melodía no se ve alterada por estos elementos, pudiera llevarnos al aburrimiento. Si, por ejemplo, al componer nuestra melodía lo hacemos con sólo acordes mayores, resultaría muy lineal, en cambio si usamos un acorde de séptima se le agrega mucha más fuerza y sonoridad, sobre todo en el intervalo de quinta o dominante. En nuestro verso creo que el uso del sustantivo judas como calificativo del pérfido amante fue una solución muy fácil, como una composición en tonos mayores, sin alteraciones en su cadencia, debido a que esta palabra ha adquirido una gran dimensión y se ha convertido en un icono del traidor. Perdón pido por este exabrupto, pero lo digo con toda la sinceridad que albergo en mi alma. Las cuerdas, especialmente los contrabajos, dominan la escena de este segmento del segundo movimiento de nuestra sinfonía.

El verso final de este cuarteto, retoma la belleza y sonoridad del poema. “que le di guardar un sueño”. Otra sinécdoque llena de colorido dramatismo. Nuestra heroína, no sólo le entregó su pasión al judas, sino que también le dio todo su capital, cuyos activos, valiosos de por sí, lo constituían sus ilusiones, sus sueños. ¡Ah ladrón! Ruega a Dios no te cruces en mi camino, mira que yo me he erigido como el paladín de los necesitados, y siempre tengo listos mi armadura, mi caballo y mi espada para vengar las heridas que personas tan siniestras como tú van infringiéndole a los desamparados como la autora de este poema. Son los metales los encargados de ofrecernos bellas notas parecidas a las canciones pastoriles.


La fe en la lengua española perdida en el tercer verso del cuarteto anterior, fue recobrada gracias al maravilloso símil “como Ariadna”. Yo diría que se merece el calificativo de maravilloso. Este es un poema que cuenta un suceso cataclísmico, si se me permite el término, creo haberlo leído en alguna reseña del Canto General de Neruda. El sujeto lírico de este poema con singular dramatismo nos habla de un episodio traumático ocurrido en su vida al recordar con amargura las vivencias de la traición sufrida por la actuación de un canalla a quien le entregó su pasión, sus sueños, sus ilusiones. Con contadas excepciones, cada verso destila tristeza y amargura. Como dije no todo es tristeza y amargura en este poema. Como si fuera la marquesina de un viejo cine ¿Cinema Paradiso?, que con sus luces de neón y en letras oscuras ofrece la proyección de una película que lleva por título “Como Ariadna”, es entonces, cuando me veo materializado en el cuerpo de Salvatore adulto, quien recoge el carrete que Alfredo había preparado para él y al proyectarlo en la vieja pantalla del cine observa una escena donde una bellísima mujer, quien debe ser Ariadna, yace en una playa, cuyas ropas mojadas no son más que una túnica azul celeste ribeteada de oro, que transparentada por la humedad insinúan la turgencia de unos bellos senos. A lo lejos se divisa una embarcación de las que él mismo usó al rodar alguna película alusiva a la Grecia antigua, se trataba de un tirrene, el cual atraca en un malecón de la pequeña isla. Del mismo se baja un hombre joven con el porte de un príncipe, se dirige donde yace la mujer, la llama por el nombre de Ariadna. Ésta se despierta y pronuncia el nombre del joven, ¡Dionisio!. La película continúa hasta terminar con la boda de Ariadna con Dionisio. De vuelta a la realidad, siento que a mi mente en raudo caminar, se agolpan una serie de oraciones y frases que poco a poco se van ordenando, de manera febril mis dedos se apoderan del teclado para escribir que este símil es un llamado a la esperanza. A pesar del abandono que experimenta porque su amado Teseo, a quien no le importó que ella le había dado el ovillo que estaba hilando, ni la espada mágica que le dio para derrotar al Minotauro y poder salir del laberinto, la abandonó en la isla de Naxos, en su subconsciente dormita la esperanza de que algún día vendrá Dionisio que desembarcando de su tirrene, vendrá a rescatarla. Unas trompas junto con los trombones cantan un motivo con un aire parecido al del cuarto movimiento de la novena sinfonía de Beethoven.


Te endiosé en mis versos. Te di un ovillo. Te puse en un pedestal. Te vi parecido al sol. Imagino a nuestra bella Ariadna entonando conmovida la canción escrita por el cubano César Portillo de la Luz, “No hay bella melodía en que no surjas tú, ni yo quiero escucharla si no la escuchas tú”. ¡Ah ceguera la de los cobardes! El fuego del infierno sería poco castigo para la pena que te mereces. Una viola solista, desarrollando una serie de movimientos de suave cadencia, le confiere a la escena un clima de decepción, de frustración.


Te canté en mis poemas. Cuantas noches con sus días debieron haber sido ofrecidos a Venus por ese amor. Cuantas veces habría de ser invocada Érato para que inspirara los más bellos cánticos en honor al gusarapo. Continúa la viola con sus acordes grises


Trozos de alma virgen. Todo este cuarteto ha sido impregnado por la decepción, la frustración de un alma que lo entregó todo para recibir a cambio el frío acero de la puñalada “trapera” que le desgarró el corazón. Sólo espero que pronto Némesis se te presente en el cuerpo de otra de tus víctimas y ejecute su justicia. La sonoridad de nuestra sinfonía es el producto de toda la orquesta que en cadenciosos y raudos movimientos nos advierten que muy pronto terminará este movimiento.

Estrofas de dos versos son poco comunes en la poesía, recuerdo muy pocas, tal vez el que mejor recuerdo es el "Poema de la culpa" de José Ángel Buesa. Aquí necesito la ayuda de algún especialista en pragmática o en métrica, pues no tengo el término para categorizar esta estrofa, aunque la forma y la estructura es lo que menos me ha preocupado durante esta lectura. Sé que ustedes serán los que esta vez prenunciarán el ¡Guau! Aunque yo preferiría el zulianismo ¡Vergación! “SOLO FÚTILES PALABRAS QUEDAN” ¡Vergación! ¡Vergación! ¡Epa gusarapo! Como me encantaría que leyeras esta sentencia y que vieras que fue lo que tu traición provocó en aquella que te endiosó en sus versos y te cantó en sus poemas. Por si no entiendes el significado de fútil es algo así como que vale menos que nada. Sólo palabras que pesan menos que el tamo, es lo que queda de su núbil pasión. Variación del tema desarrollado en el movimiento anterior, pero ahora con mucho menos brío por los violines y contrabajos.


Ya les había comentado que en el poema, me había encontrado con dos versos a los que no quería comentar. El primer trago amargo ya pasó. Este verso, se me antoja como que está fuera del plano general de todo el discurso. Como una piedra en el zapato comenzó a molestarme desde la primera vez que tuve contacto con el poema. de aquel amor fortuito; la ensoñación, la fantasía, la pasión y las ilusiones que le provocaron el amor intenso que sintió por su amado, se transformaron en tristeza, rabia, amargura, en nada. Pero, por qué llamar a ese amor, fortuito, tuve que revisar varias herramientas de la lengua española como diccionarios, léxicos entre otras, para lograr entender el porqué de semejante calificativo. En un artículo de una página web encontré la siguiente exposición acerca del vocablo fortuito: “Se dice que una cosa ha sucedido de modo fortuito cuando no podía esperarse; cuando este caso, este acontecimiento no estaba dentro del círculo de lo verosímil. Un pedrisco que destruye un sembrado, una huerta, un jardín, es un caso fortuito; porque es una cosa que no se espera. El incendio de una casa por un rayo, es otro caso fortuito, por la misma razón.” Ahora sí. Todo estaba claro. Ella nunca esperó, primero, enamorarse de la forma como lo hizo, tampoco el abandono y la traición. Pobre de mi niña, cuánto debiste haber sufrido. En este último segmento del quinto movimiento de nuestra sinfonía está maracado por un adagio lamentoso, con aires del finalle de la Sinfonía Patética de Tchaikovsky.


La autora, no quiere extenderse mucho al contarnos su tragedia. Su discurso está llegando a su final. Esta última estrofa compuesta de cinco versos sencillos pero cargados de un lirismo desgarrador.


Iniciaremos el viaje. El boleto, pagado a tan alto precio, en la lotería del amor, no salió premiado. No queda otra cosa que hacer las maletas y abordar el autobús de la esperanza. Si hay algo que le agradezco a la vida es por los sentimientos de empatía con que fui dotado al nacer, y esta oración en futuro, despertaron en mí el deseo de trasladarme en el acto hasta la terminal en que nuestra heroína, con sus ojos inundados por el llanto ocasionado por los tristes recuerdos, espera abordar un autobús que aún no sabe adonde la llevará, y blandir la gloriosa espada que le pedí a prestada a Mario Benedetti que fue bautizada con el nombre de “Hagamos un trato”, y decirle a mi niña, “compañera usted sabe que puede contar conmigo”.


El camino del olvido. Cuantas veces he recorrido ese camino, y puedo decir que es feo, horrible, tenebroso; paisajes desolados, cuestas empinadas, a cada lado de la vía se ven esqueletos, personas que rendidas por el sufrimiento no quieren continuar, ni una flor, ni el canto de un pájaro, nada, sólo se oyen los gritos lastimeros de las almas cual penitentes caminan hacia un destino incierto. A pesar de que en cada pulgada que recorremos hay personas que caminan delante de nosotros, la soledad y el vacío son las únicas sensaciones que experimentamos. Un cielo gris y encapotado ejerciendo presión sobre nuestros hombros hace que sintamos que nos hundimos en el cieno y el limo que poco a poco ha ido invadiendo el sendero. Por experiencia vivida, sé lo que te espera al final del mismo. Es posible que algún compañero de penas, te ofrezca estar a tu lado para continuar. También es posible que antes de llegar a la encrucijada con la que te encontrarás y en la que tendrás que escoger cuál vía tomar, esté ese ángel que te tomará y te sacará de ese horrible lugar.


Yo con dolor veré que. Un clímax digno de este poema. Imagino a uno de los mejores jugadores de béisbol de todos los tiempos, quien ha ganado todos los títulos individuales que jugador alguno haya podido ganar, pero que en su alma se bate el deseo de ganar algún día un campeonato. Está en su última temporada, ya su cuerpo no dará para más. Su equipo logró llegar a la serie final. Luego de perder el último juego, al terminar de recoger sus pertenencias, sube a las tribunas y evoca su último turno al bate, el juego lo gana el equipo contrario por la mínima diferencia, hay un corredor en primera, el pitcher hace su lanzamiento, su bate hace contacto con la pelota, siente que saldrá del parque, con emoción inicia su carrera por las bases, de pronto el center field en un grandioso esfuerzo, se apoya en los tubos que sirven de contención en los bleachers con la mano libre y con la enguantada atrapa la bola que ya había sido cantada ¡HOME RUN! por el narrador. Los fanáticos del equipo vencedor invaden el campo para felicitar al héroe, y lo levantan en hombros hasta llevarlo al dugout. Mientras tanto, nuestro veterano jugador ha volteado hasta el palco donde su familia veía el juego, y ve como su nieto ha irrumpido en un llanto estremecedor. No sé cuánto dolor habrás de experimentar. Pero si te digo que no sólo mis hombros están dispuestos, todo yo, lo estoy.


Nunca fuiste mío. Tarde para descubrir esa verdad, debiste de haberlo sentido en sus caricias, en sus besos, en sus palabras, en su mirada, en sus gestos. El olor a traición es algo que estos seres no pueden ocultar. No lo digo a modo de recriminación, ni compasión. Lo digo para animarte. Y si aparece otro canalla de su misma ralea, las cicatrices dejadas por las heridas que te propinó el malvado, te servirán de acicate para afrontar cualquier situación por muy inquietante que se presente. Durante estos cuatro segmentos de este último movimiento de nuestra sinfonía la totalidad de los instrumentos han estado repitiendo con algunas variaciones el motivo del primer movimiento para hacernos recordar el canto de tristeza de la doncella que llora la traición de su amado.


Y al final diré que yo amé sola. No hay lágrimas, ya se secaron sus fuentes. No hay recriminación, para qué. Sólo el reconocimiento que tú fuiste la única que bailó la grotesca danza. Que tu partner solo actuó como el personaje central de "El Burlador de Sevilla y el Convidado de Piedra". Ojalá que tenga el mismo final que le aconteció a Don Juan Tenorio en dicha obra. El clímax que nos tenía preparado nuestro compositor es sencillo, unas cuerdas en una corta cadencia con notas descendentes en tonalidad de La bemol menor entintan de gris la escena, culminando con una especie de fanfarria interpretada por los metales, las maderas y los timbales.


Aunque soy de naturaleza sensible, y cualquier situación dramática, abre los grifos de los tanques de mis glándulas lloriqueras, perdón lacrimosas, o es lagrimales. Whatever, perdón, pero me gusta como suena, reconozco que esta lectura no me dejó triste, ni con mal sabor de boca. Este poema es escrito para cualquiera que acepte el reto de leerlo. Es conmovedora la forma como su autora nos describe sus vivencias de su “amor fortuito”. Sin detenerme en disquisiciones estilísticas y estéticas, puedo asegurar que este poema debe de ser de lectura obligada por cada mujer, independientemente, si haya sido o no traicionada por algún vil varón, los cuales deberían de ser enviados sin boleto de regreso a alguna región donde las Erinias los atormenten cada segundo de sus miserables vidas, y que les muestren a sus víctimas ya rehechas de sus heridas, con sus rostros llenos de felicidad al lado sus dionisios. De igual forma pienso que hay un vestigio de esperanza en donde la heroína del poema se compara con Ariadna. También debería de ser leído por cada hombre para que tomen conciencia de lo ruines que podemos ser algunos de nuestros congéneres. 


©José Rodríguez

Réquiem a la soledad

Yoni Cruz ilustrador

Sabía que existías, qué color o formas tenias no.
Desde que el primer polvo cósmico surgió sabia venías en él
qué lenguaje hablarías, que gustos tendrías no, pero sabía serías tú.

Qué color, sexo o sabor tendrías, no.
Sabía que compartíamos el mismo hogar; donde vivías, no.
Te pertenecía, me pertenecías, te amaba, nos amábamos, aún
sin saber con quién dormías.... Te hallé,, me hallaste, como
manantial que atrae al sediento me llamaste... Hoy mi vida esta a
tus pies, a tus manos, a tu boca, a tus ojos....

Las palabras no son necesarias, todo se sobreentiende, todo se
presiente, no hay nada que decir, ya todo está dicho, te llegó mi
carta de presentación, la tuya la inventé yo...

Mi alma vieja pero sin arrugas,  caminó hacia  a ti, tenemos la misma
estatura, no necesitamos mirarnos a los ojos para comunicarnos, la
lengua materna nos trajo el sonido que dice todo en un suspiro... 
Las heridas necesarias fueron sanadas, el Dios del amor lo hizo todo,
inventó y reinventó el camino que nos llevó a encontrarnos
nuevamente con nuevos cuerpos, nuevos rostros, nuevos sexos,
que se engullen y reproducen cada vez...

Tan larga espera merece un nuevo concepto de tiempo,
los segundos, minutos, horas, días, noches, semanas, meses y años,
no son válidos recursos, Dios no acepta esos términos, no los entiende, yo tampoco, soy la diosa de tu  amor y como tal no puedo aceptar esos preceptos....Inventaremos un nuevo invar y elivar...

Ya todo está dicho, te esperaba, te presentía como profecía
mal contada, ya nada nuevo brilla bajo el sol, no hay mas nada que decir,
lo repito, no hay nada que decir, nuestros besos lo dicen todo,
nuestros sexos lo dicen todo, ellos bailan una danza que reinventa el milagro...





La mujer desnuda: El poema desnudo, por Odalís G. Pérez

Odalís G. Pérez El poema desnudo tiene su origen en la palabra desnuda y en el cuerpo verbal desnudo, acentuado en el lirismo que d...